EL SILENCIO NO NOS PROTEGERÁ: VISIBILIZANDO HISTORIAS DE MUJERES ENCARCELADAS POR MOTIVOS POLÍTICOS EN CUBA

Abril, 2024

Las manifestaciones del 11 de julio de 2021 marcaron un antes y un después en la historia de Cuba. También alcanzó al reconocimiento de la mayor cantidad de personas detenidas por motivos políticos, más de 1500, de las que al menos 676 cumplen condenas o permanecen detenidas. 

En toda cita internacional, el gobierno Cuba afirma que se cumplen las normas internacionales para el tratamiento de las mujeres reclusas, entre ellas, las reglas de Bangkok las cuales sugieren a los Estados aplicar condenas alternativas a la privación de libertad, garantizar la comunicación familiar, la atención médica orientada especialmente a las mujeres y su salud sexual y reproductiva; como también garantizar instalaciones seguras para las mujeres que tengan en cuenta sus necesidades diferenciadas.  

A día de hoy, 314 mujeres han sido detenidas por motivos políticos en Cuba. Según la ONG Justicia 11J, 40 de ellas fueron excarceladas, 171 cumplen o extinguieron condenas no privativas de libertad y al menos 30 mujeres no tuvieron opción distinta que el exilio. El resto vive un panorama desolador. Las prisiones en Cuba no tienen las condiciones mínimas para el tratamiento de las mujeres. Estas son solo algunas historias que reflejan la cotidianidad de las mujeres privadas de libertad en Cuba:

Lisdany Rodríguez Isaac tiene 25 años, fue condenada a 8 años de prisión tras las manifestaciones del 11J. Uno de sus deseos es ser madre; sin embargo, ha recibido presiones del personal carcelario para que desista y ha recibido atención médica precaria.

Iris Mariño, actriz y foto reportera, detenida durante las protestas del 11J por 10 días contó en una entrevista realizada por el  Centro de Documentación de Prisiones Cubanas (CDPC): Cuando me trasladaron a la UCCO, éramos seis mujeres para solo dos camas en un cuarto de 3 x 3 metros, con un solo baño, donde no había condiciones higiénico-sanitarias apropiadas. La ducha tenía un desperfecto, la taza del baño, el lavabo… No había colchones para dormir. Teníamos que dormir en el piso. La luz permanecía constantemente encendida. No había buena circulación de aire, ni ventilación, un calor horrible que teníamos que sufrir allí.”

Lisandra Góngora, madre de 5 niños menores de edad, condenada a 14 años tras las protestas del 11J. Cumple prisión en la Isla de la Juventud, a más de 100 km de su hogar. Se le impide la comunicación con sus hijos, se restringen sus llamadas telefónicas y visitas frecuentes a pesar de solicitar el traslado de prisión. “Ellos me han amenazado que me pueden mandar para Guantánamo, para Pinar del Río, para otra prisión y creo que eso es una injusticia, porque mi dirección es de La Habana. Ellos hacen con nosotros, los reclusos, principalmente los presos políticos, lo que les da la gana”

Aymara Nieto, Dama de Blanco, cumplió parte de su condena a casi 700 kilómetros de su familia en La Habana. “Lo que más me ha afectado es la separación de la familia, y que estén atravesando por dificultades sin que puedas resolver nada, que no esté en tus manos [la solución], porque al final, antes que todo, soy madre”, decía en una entrevista para Martí Noticias.

Sobran nombres y rostros para denunciar los que sufren las mujeres en las cárceles cubanas. Prisiones que incumplen su propio reglamento penitenciario, las normas internacionales y los derechos humanos.

Solo por ser mujeres somos violentadas de maneras muy específicas, si a eso le sumamos ser o desear ser madre y estar en prisión por motivos políticos, todas las violencias y las discriminaciones se intensifican. Es una triple vulnerabilidad; una combinación dura, triste, cruel para las cubanas. 

Que la historia que viven las privadas de libertad sea una ventana para mostrar que la violencia de género no es solo eso que pasa a puertas cerradas, hay una violencia contra las mujeres muy presente en Cuba, la violencia política de género. 

 

Artículo de Opinión 

Componente Legal – Alianza Cubana por la Inclusión